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Decía Enrique Jardiel Poncela, varias veces medio afusilado por la benéfica República ( que no entendió que hubiera gente con buen humor, sentimiento prohibido al rojeras), que los hombres se miden según el animal de compañía. Sostenía que todos somos Perros o Gatos. Quien tiene perros, es que le gusta ser halagado, obedecido y lamido. Lo psicológico profundo es que quiere que le quieran y le mimen. Quien tiene gatos, al revés: le gusta acariciar, dar de sí: quiere querer. Y esa es una de las grandes diferencias entre los hombres: quien desea dar y quien desea recibir, aunque sea cogiéndolo por sí mismo: con estos últimos se hacen los partidos. De las personas que no gastan animal de compañía hay algunas que sí, que prefieren la compañía del animal que son, grandes simios y cosas por el estilo. Pero es mal asunto -caso de tener espacio y no 30 metros cuadrados de hogar- el que voluntariamente no quiere ser familia de un animalito del que algo se sabe seguro: acaba amándote. Hay, sin embargo, grandes excepciones a la cabeza de la sociedad. Felípez, por ejemplo, tan rodeado de animales de rapiña que no sintió necesidad de uno en particular hasta que empezó a engordar. Se lo regalaron, claro, pero lo aceptí en medio del jolgorio popular: Una llama, o sea, un camélido -que siempre va bien- que, además, escupía. Bicho certero. ¿Retrataba el carácter del amo el carácter de la llama? ¿Cómo debe de ser el que elige llama para las largas noches ante el fuego? Amante de los jerseis que se hacen con lana de otro camélido semejante, la alpaca. Y jerseis llevaba y alguno envió a Redondo y al Mamacho. ¿Y qué más? n misterio hasta que no le extraigan post mortem el cerebro y comprueben donde estuvieron los cortocircuitos. Su Majestad, por otro ejemplo, tiene una amoto. O varias. Que se sepa, Zapatero no comparte nada con un animal. Con una mujer y unas niñas va que arde. Lo suyo es Cronos devorando a los hijos de España mezclados con piedras jupiterinas, porque siempre cae algo; y vomitando a los que sabe que formarán a la Derecha del Padre, arquitecto universal que se dice desde el mandil. Felípez tuvo la idea del cambio. Todos concuerdan en que es la palabra "Cambio", como en los rótulos de los bancos, la clave para saltar al vacío confiado en que no se hará daño. Pero tuvo una llama. Zapatero tuvo la memoria, que ni memoria ni historia ha resultado, sino, quizá, el plato de lentejas que le dieron a Esaú a precio de patrimonio. Vosotros haced zanjas, leales míos, y si salen de los asesinados por nosotros, aunque fueran de los nuestros mismos, las tapáis y a otra zanja. Y no tiene animal Totem sí: uno de los que ayudaron a reprimir a tiros a los asturianos sublevados. Caso de querer, ¿qué animal elegiría? ¿Una llama quizá? ¿Un camello, que es más a lo grande? ¿Gusanos de cementerio, o sea, larvas de mosca? ¿Una mano intacta de Lenin, que hay dos a buen recaudo? ¿Un colibrí, que chupa lo que pilla con el largo pico de oro? ¿Un caballo, porque el caballo siempre llena el ambiente? ¿Un topillo blanco? ¿Un moro de civilización mora? ¿Quizá una almeja o una sanguijuela? No, no: Un negro en el mal sentido: uo que le hiciera los trabajos y le corrigiera cosas como "extratégia,"que es el arte de correr más que nadie cuando vienen mal. Pagando, claro.
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